Osmardán, luego de décadas de servir a Esporoteún,
decidió, finalmente, entregarse al dios de su amo y dejar su fe atrás.
Fue bautizado de acuerdo al antiguo ritual
chamánico para tal objetivo. Fue untado en aceite, experimentó el ayuno por más
de dos semanas, conoció las verdades de la doctrina en la soledad y dureza del
desierto.
Cuando volvió a la gran ciudad fue ejecutado
instantáneamente. Esporoteún no podía confiar, como consejero, en alguien que
hubiese sido capaz de traicionar a su propio dios.
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