El ascensor en reparaciones, cosa típica en este edificio los días
Viernes. Pero que importaba, nada ni nadie arruinaría este día para él tan
especial.
- ¿Cómo está?
- Muy bien – respondió al mecánico habitual que estaba haciendo el
trabajo.
- ¿Falló la máquina?
- ¿Falló la máquina?
- Lo mismo de siempre, jefe, lo mismo de siempre.
- Ojalá se pueda ir temprano, cuídese.
- Ud. igual patrón, saludos a la Señora.
Buscó el manojo de llaves y al meter la mano la bolsillo sintió un
pequeño impulso eléctrico, la estática seguramente. Dejó el pequeño, pero
precioso arreglo floral que traía, en el suelo por unos instantes.
Puso la llave en la cerradura, pero le costó abrir más de la cuenta.
Simúltaneo a sus intentos fallidos por girar el picaporte recorrió su cuerpo un
escalofrío.
Entró al departamento, raramente oscuro. A Estela no le gustaban los sitios poco
iluminados y no había ninguna cortina abierta ni tampoco luz eléctrica de
ningún tipo.
Miró su reloj, Estela debiera haber llegado antes que él. ¿Sería alguna
sorpresa que había ella preparado, anticipándole?
- ¿Estela?...¿Estás ahí?
Nadie contestó, buscó el interruptor de la luz y un corto-circuito
llenó el ambiente de luz.
No, no era una sorpresa. Aún cuando el destello duró solo unos
segundos, logró distinguir que la mesa estaba vacía. Estela no se permitía sorpresas donde no
hubiese comida involucrada, era parte de su sello.
Creyó ver agua corriendo por el pasillo. Seguramente la lavadora falló. Había una
abrazadera que cada cierto tiempo se soltaba por la inconstante presión de agua
en el edificio.
Buscó una linterna y se dirigió al baño, pequeños chapoteos del agua
hacían un sonido interesante que le gustó mucho. Recordó que así sonaban las
campanas de la Iglesia el día que se casaron, hace precisos cinco años.
La puerta del baño estaba cerrada por dentro. Mala señal, tal vez
Estela estaba allí.
Golpeó con severidad.
- Estela, abre. Estela, ¿me oyes?
Ninguna respuesta.
- Estela, ¡¡si estás allí contéstame!!.
Fue a buscar un destornillador, volvió casi corriendo.
Con un poco de forcejeo la puerta se entregó, dirigió la luz hacia la
lavadora y parecía estar todo en orden.
Casi por reflejo intentó dar la luz del baño y recordó inmediatamente
el corto-circuito. Volvió a prender la linterna, que se apagó sin que se diera
cuenta. Apuntó en todas direcciones y no había nada extraño, salvo que la tina
estaba rebasada en agua y era esta la que había inundado el pasillo.
Corrió la cortina para cerrar la llave, pero encontró a Estela
sumergida en el agua.
Estaba helada, sin pulso, y no respondía ni a los gritos, ni al llanto
de su pareja.
Mal panorama para celebrar un aniversario.
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