En condiciones normales se encontraría plácidamente jugando Go en vez
de en un lugar perdido de la ciudad, al que hasta los buses de locomoción
colectiva deben llegar con gran esfuerzo, casi renqueando.
El tiempo corre, y ya estaban atrasados.
Ella rara vez llega a la hora acordada a una cita, cosa que a él
usualmente le da lo mismo. Pero el día de hoy es distinto, hace unos días y
tras un estallido de furia inexplicable de parte de la chica de sus sueños, ya
no la puede mirar con los mismos ojos. Está saboteando la relación a sabiendas
y hoy, nuevamente cae en dicha práctica.
Llegó tarde – Pase. Está enojada – Pase. Comienza a gritar – Mmmmmmm.
Llora por dinero perdido – Esto no es normal, Dios me libre.
Desde el faldeo del cerro, donde lo mandaron literalmente a la punta
del cerro, la Avda. se ve muy larga, y
cuesta arriba. Aunque en realidad el camino va derecho y en bajada, no es el
esfuerzo físico el que le preocupa, es el esfuerzo mental de tener que soportar
esos berrinches desproporcionados, esa ira ante su persona, ese fuego aliado.
Él, que ha sido el único que ha confiado plenamente en ella, que le buscó un trabajo, que trata de entenderla, de quererla y de amarla. Único exponente en
el mundo que la respeta, a pesar de su carácter inmanejable y odioso. Hoy le
están dando de palos y la calle se angosta y alarga ante sus ojos, la solera se
humedece antes su pies por el llanto rabioso que ella vierte.
El vestido floreado precioso que lleva, ese cabello sedoso y brillante,
ni esos ojos de múltiples colores hoy se ven bellos. Van tres días en fila en
que no ha disfrutado nada de ella, ni un beso, ni una palabra, ni caricias.
Si
está aburrida, ¿Por qué no lo dice? Si quiere marcharse y dejarlo solo, ¿Por
qué no lo hace? No, ella prefiere causar todo el daño posible antes de tomar una decisión.
Terrible, y lo más triste es que él no se da cuenta. Ha entregado mucho
y recibido poco, y haga lo que haga siempre será culpable, estará equivocado y
será un desgraciado infeliz (eso le dice constantemente ella).
Y la calle no acaba, y la calle es infinita. Y no hay palabra que
valga, solo el llanto llena sus oídos. Solo el odio le rodea…
Tal vez algún día,
la calle se acorte en compañía de otra mujer.
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