lunes, 6 de febrero de 2012

Entrevista

- Estamos en directo transmitiendo para Uds. desde su canal amigo nuestro programa la entrevista al hueso, en el día de hoy con nuestro gentil invitado Alex Wilhelm. Músico aclamado por su talento, su distinción y elegancia en el fraseo, sin contar con sus virtuosos ataques y derroches de energía en la interpretación de la guitarra.
Wilhelm bosteza, pero la cámara no alcanza a captarlo.

- ¿Cómo estás Alex?

- Bien - Responde sin mirar a quien le pregunta, su rostro está oculto por un sombrero estilo tejano que deja ver los movimientos de la boca y parte de la nariz.

- Hemos sabido gracias a los medios de prensa escritos que estás preparando un nuevo disco ¿Qué hay de cierto en ello?

- Bueno, la verdad es que estoy grabando algunas cosas desde hace un tiempo. Estoy un poco más libre y como no es temporada de conciertos he retomado mis jornadas en el estudio de grabación.

- ¿Puedes darnos algún adelanto?

- No sé por donde empezar…Solamente me he sentado con la guitarra y he hecho versiones de los clásicos de siempre, ya sabes, el Delta Blues, temas de los 50’s que están en la oreja de todos…Nada especial.

- Supongo que nos darás algo más del sonido especial al que nos tienes acostumbrados.

- No sé a que estarás acostumbrado, yo solo toco la guitarra.

- Además de ser un excelente músico tienes un humor muy particular.

- ¿Te parece?

- Claro.

- ¿Me invitaste para halagarme o algo más? Soy nada más que un ser humano igual que todo el mundo. Es cierto, quizá mi música te provoque a ti muchas sensaciones agradables como a la mayoría de las personas, pero para mí es casi un juego, jamás he estudiado, jamás he sido lo que se llama un músico docto. Fui un pésimo estudiante y la mayoría de mis profesores, esos que querían que fuese ingeniero, médico, abogado o arquitecto me siguen en la calle para que les de mi autógrafo. Cuando estaba en el colegio me echaban de allí por no llevar el autógrafo de mi padre en mi libreta de anotaciones.
Eso sin contar que he pasado por muchas adicciones y ya casi no tengo sistema nervioso.

El animador, algo alterado, no sabe como manejar la situación y teme que el discurso de controvertido personaje al cual hasta hace media hora se negaba terminantemente a entrevistar atente contra las políticas internas del canal. No obstante, la suerte está a su favor, todo puede ocultarse tras un cortés y efectivo mensaje al final del programa que diga que las opiniones vertidas en el son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no tienen necesariamente que ver con las ideas del canal.

- Insisto, tienes un humor a toda prueba.

- Déjate de payasadas y vamos a las preguntas interesantes.

- Muy bien, estoy seguro que hay un gran grupo de muchachos que están empezando a estudiar música y quisieran escuchar algún consejo de tu parte.

- ¿Empezando a estudiar? Hombre, carajo, eso no es materia de estudio, es sentir, dejarse llevar, apasionarse. Cuando tocas y dejas fluir la música no hay pelo en tu cabeza que no se erice, tu modo de respirar cambia, sientes una extrañeza en el cuerpo, pues después de todo no es tuyo. Es algo que una fuerza superior a ti, a mí y a todos los mocosos que miran la TV nos regaló, hay que sacarlo afuera. Somos unos servidores de esto, eso, o como quiera que se llame.

Hace una pausa, el entrevistador obviamente no logra entender del todo, hablan en códigos muy distintos.

- Me parece un punto de vista muy interesante.

- De algún modo lo es, pero no se trata de comprenderlo, hay que dejarlo invadirte.

- ¿Cuándo te hiciste conciente de que tenías este tipo de trance? Digo trance por ponerle un nombre.

- Creo que es eso -dice mientras empieza a fumar un cigarrillo que había estado en sus manos desde que alguien en el set gritó “Estamos al aire”- Pero no es algo que se haga conciente salvo cuando estás afuera, cuando dejas de sentirlo. El tiempo pasa, no necesitas un espacio material, yo puedo estar aquí sentado y mentalmente irme a otro lugar si quiero, empiezo a escuchar una melodía en mi cabeza y… y puedo subir y bajar el volumen a mi antojo….., adelantarla, atrasarla…., cambiar los timbres, las alturas, los sonidos, las notas, la ecualización….., todo.

- Suena como una experiencia casi espiritual.

- ¿Casi? Lo es por completo.

- ¿Tienes algo, o alguien que te ayude a inspirarte?

- Eso no es necesario, el crear relaciones con cosas o lugares te aparta de la conexión contigo mismo. Si hiciera aquello estaría necesitando de ese algo o alguien. Recuerdo que mucho tiempo estuve muy atento a las demás personas, a su bienestar y casi nada o muy poco al mío. Cuando dejé de beber pude volver a tener bienestar, dejé las culpas atrás y vaya, me dí cuenta de que no soy un dios como casi todo el mundo me quiere intentar hacer creer. Mi talento es prestado, lo único que me queda es disfrutar de el, no puedo darme el lujo de aproximarme a la gente, a veces estoy conversando con alguien, o durmiendo, haciendo cualquier cosa que puedas imaginar y se me viene una canción. Eso me aparta un poco de la gente normal, a veces corro a tomar la guitarra y la toco. Por eso me divorcié, mi esposa despertó varias veces en las noches y me vio abrazando a Única (el apodo de su guitarra favorita) en vez de a ella y eso trae problemas, es un don, pero a la vez un arma de doble filo, es difícil para la gente convivir con alguien así, como yo. Me cuesta darme a entender y ser convencional para algunas cosas, no respeto horarios ni rutinas. La mayor parte del tiempo estoy tocando o metido en mi mismo, o enojado por no poder dejar de hacer las dos cosas anteriores.

- ¿Te consideras un hombre solitario?

- Esa es casi una realidad, de niño no era muy querido. Tenía malas notas, no era buen conversador, pensaba solo en la guitarra y pasaba días y días ensayando en mi cuarto encerrado. De mayor fui un novio pésimo, no dedicaba tiempo a nadie, olvidaba los nombres de mis novias, sus teléfonos, aniversarios cumpleaños y todo lo demás. Cuando finalmente podía pasar algún tiempo con las mujeres llevaba a Única, Única me ha acompañado desde siempre, (muestra su guitarra que estaba escondida bajo su silla, lejos de la vista del director del programa. La saca y se la pone, está bastante a mal traer, casi sin barniz, con trizaduras mal reparadas y algunas piezas rotas, además de algunas manchas de quemadura producto del incontable número de cigarrillos que Alex ha puesto en la pala del instrumento mientras fuma y toca) por eso la llevo a todos lados conmigo. Alguien la robó hace unos cuantos años, fue imposible venderla para el sujeto que la hurtó y decidió devolvérmela personalmente a cambio de que le firmase la guitarra de su hijo. Escribí en ella: toca con sentimiento, no lo olvides. Volviendo al tema anterior, a ninguna mujer le gusta competir con una guitarra….

- ¿Puedes tocar algo?

- Con gusto.

- Amables televidentes, esto no estaba preparado y saliéndonos del libreto….

Alex no espera la indicación del animador para empezar a tocar, solo lo hace. Luego de un solo de 5 minutos que pareció para todos un abrir y cerrar de ojos la audiencia quedó extasiada y el aplauso se hizo incalmable, la banda de acompañamiento se perdió de pronto y los acordes atronadores de la guitarra de Alex invadían el espacio y las almas de los presentes. Pasaba de la más suave y melancólica melodía a la destrucción y desesperanza punzante y sin resuello, para luego calmarse y acariciar a sus oyentes con una seda sonora sin precedentes. Los camarógrafos dejaron sus cámaras tiradas, la gente en el set corría y gritaba sin medir las consecuencias. Muchas personas salieron lastimadas seriamente en su intento de tocar al guitarrista por unos instantes. Solo una muchacha lo logró y cayó de rodillas frente al eximio músico, parecía desmayada, sin conocimiento. Eso hizo recuperar la cordura al animador, el director y el jefe de piso del programa. Las cámaras seguían encendidas y transmitieron al mundo el último mensaje de Wilhelm, el último del que se tiene noticia.

- La destrucción de los muros de Jericó fue a través de la música, Orfeo proporcionaba el saber a través de ella. En el oriente existen personajes que pueden hipnotizar a serpientes con una sola nota, claro está es un ejemplo muy primitivo, pero si transmites esa misma sensación en las personas puedes destruir, puedes crear, puedes hacer lo que tu imaginación diga. No hay límites, los límites los pones tú. Ese es el consejo que puedo darle a esa montonera de críos que están empezando a amar la música nada más.

Sin mayor explicación Alex deja el set y extrañamente nadie le opone resistencia. Lo que nadie (ni siquiera él mismo) sabe es donde irá él ahora, ni tampoco si es que le volverán a ver.
Y es que alguien como él no es dueño de su vida, no es raro para los críticos, otros músicos, y sus fanáticos el mito de que le ha vendido su alma al diablo. Sin embargo, pueden revivirlo cada vez que quieran escuchando sus discos, como dijera hace tiempo en alguna otra entrevista.

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