lunes, 28 de enero de 2019

Flash


Salimos a buscarlos, la idea era poder hablarles antes del concierto. En lo personal, quería ver a Tina. Es mujer era el deseo de todos nosotros, una mezcla de modelo y de chica ruda. La mejor baterista del mundo, sin duda.
Llegamos temprano, no pudimos estacionar el auto en el frontis del hotel, nos desviaron dos o tres calles antes. Nos desorientamos, no sabíamos donde estábamos. Detuvimos el motor y quisimos pedir ayuda a una persona que estaba revisando algo en su bolso, llevaba un abrigo larguísimo y un sombrero rojo.
Se dio vuelta al escuchar que le hablábamos. Era Tina, con unas gafas ahumadas y una cámara de fotos profesional en sus manos. Nos quedamos helados, no dijimos ni hicimos nada más que estar congelados por casi un minuto. Tina apretó un botón, vimos el flash y nos tomó una foto.
Hicimos los mil kilómetros, quizá un poco más, de vuelta. Llegamos al colegio, contamos nuestra historia, pero nadie nos creyó. Hasta hace una semana. Todo mundo llamaba para pedir disculpas, después de cuarenta y tantos años.

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