martes, 12 de junio de 2018

Nietos citadinos


Seguramente se había caído de algún camión o algo así. Los turistas solían ser descuidados en esa carretera, pero ¿Qué acaso era algo de lo que debiera preocuparse?
Todos lo santos días pasaban por allí a velocidad de rayo, como si el mundo se fuera a acabar. Más temprano que tarde se iba a romper la crisma un cristiano y claro, ahí iban a venir los noticiarios a hacerle preguntas tontas. ¿Por qué el cabo González no la hacía caso? Había puesto ya muchas denuncias, muchos avisos en la comisaría. Nunca le prestaban atención y era una pérdida de tiempo. Claro, antes de hacer algo y justificar su sueldo de príncipes estaban esperando que un auto o una camioneta pasara de largo y le arruinara la cosecha o le rompiera toda la verja.
Puros malo ratos con esos vagos vestidos de verde, en sus tiempos estaban al servicio de la ciudadanía.
Por fin podía cobrarse en parte de todos esos malos ratos. Le pareció muy bonita la guitarra, aunque le faltaban un par de cuerdas.
No sabía tocar y a su edad era virtualmente imposible aprender.
Tal vez algún nieto de los de la ciudad le sacaría provecho, quizá uno de ellos tendría idea de porqué la guitarrita esa tenía cuatro en vez de seis cuerdas, que era lo usual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario