martes, 30 de enero de 2018

Jurado

Una a una, debía escucharlas todas. Con su sabida ansiedad y compulsión por realizar las tareas que le encomendaban preparó un termo de té y se sentó con los auriculares puestos a oír todas las composiciones.
Llevaba poco más de la mitad cuando una le perturbó.
Era del todo desagradable y no respondía a ningún formato, criterio o lógica.
Si el diablo hubiese tenido voz, sin duda su sonido sería el de aquel registro.

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