sábado, 9 de diciembre de 2017

Spaghetti

El Jefe y el chico estaban sentados en la gran mesa de reuniones ocupando solo una esquina de la mesa. En ese tiempo yo era su guardaespaldas y podría decir que uno de lo miembros de la familia en que más confiaba, solo por esa razón es que pude presenciar lo que estoy relatando ahora.
Creo que Sebastián andaba por los ocho o nueve años, nada más. Para su edad era un chico muy compuesto, demasiado obediente, pero asombrosamente inteligente y suspicaz.
Era el elegido, sin duda. El resto de los nietos del jefe o no presentaban el carácter necesario o eran mujeres, por lo que las descartó de plano.
El chico sabía lo importante que era ese almuerzo con el Jefe, no emitía palabra. Con timidez y muy parcamente respondía las preguntas que le eran formuladas.
Cuando por fin llegó el plato de fondo, unos spaghettis con bolognesa, esperó a que su abuelo hiciera todo primero. Ponerse la servilleta, usar el salero, beber el primer sorbo de soda, tomar el primer pan. Muy astuto de su parte.
Como estaba nervioso, manchó su camisa con un poco de salsa. Su abuelo le habló así:
- Sebastiano, hay dos formas de comer spaghetti. Una es girando el tenedor hacia dentro y otra es girándolo hacia afuera.-
El chico prestaba atención y sus glaucos ojos parecían crecer.
- La primera es conservadora, pulcra, y muestra respeto a tus invitados. Si alguien se ensucia solo serías tú, por consiguiente, no tendrás grandes problemas con tus comensales. Si eres pausado jamás lamentarás nada. Es la forma más tranquila de comer.-
El chico ni siquiera pestañeaba, en cambio el Jefe no le miraba directamente.
- La segunda es más atrevida. Girando los cubiertos hacia afuera jamás te mancharás a ti mismo, pero puedes hacer que la salsa se esparza en la vestimenta de tus huéspedes cuanto quieras. Parece osado, atrevido, pero a veces hay que serlo. En ocasiones vale la pena solo pensar en ti mismo… Y en la familia, lo más importante es la familia. Así como para comer spaghettis hay dos modos, también hay dos formas de vivir la vida.-
El Jefe guardó silencio, se limpió la boca y llenó nuevamente el vaso del muchacho, que había dejado a esas alturas su plato limpio.
- Sebastiano, ¿Cuál de las dos formas de vivir escogerás? –
El niño titubeó, solo un poco.
- La segunda. – Espetó.
Su abuelo me hizo la señal esperada, me quité la cartuchera y dejé la Colt sobre la mesa, muy cerca del niño.
- Buena elección.- Señaló con una gran sonrisa, su abuelo.

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