viernes, 14 de marzo de 2014

Tánatos 423


Claro que no fue su primer número uno, lo que el público no sabe es que desde los escarceos con el éxito ya habían problemas de ego. Recuerdo que un día Rafael llamó muy tarde al departamento que arrendábamos con Michelle en cercanías a la estación, él solía pasar por allí camino  a su estudio; un pequeño estudio donde cabían sus equipos y una cama. Solo un ambiente y nada más.
Fue mucho antes de que se metiera en eso de las drogas y esas sustancias que comenzó a explorar.
Me llamó casi llorando, diciendo que estaba solo, grabando en el sello. Que nadie le había avisado y se habían juntado antes de lo que era costumbre para grabar sin él. Traté de que se calmara, pero así era… Sensible y con mucha capacidad de ver bajo el agua, a veces diría que demasiado. Me esperó allí mismo en el sello, nunca antes tuve la oportunidad de ver un lugar similar. Ese estudio era un elefante blanco enorme con cuatro o cinco micrófonos desparramados por aquí y por allá sin un orden aparente. Como si alguien los hubiese esparcido, sin más.
Entré a la sala que ellos ocupaban y encontré todo oscuro. Solamente escuchaba su triste slide sonando en lontananza; lloraba, pero a través de las cuerdas. No se percató de mi presencia hasta varios minutos y tomas después. En ese momento encendió las luces y me preguntó como estaba yo.
Le conté un poco, de cómo había estado la jornada con la película que estaba haciendo. Me dio un gran abrazo… Cuando recuerdo a Rafael, siempre viene esta imagen particular a mi cabeza, como si no hubiese jamás envejecido.
Estaba triste, muy apesadumbrado. Aún no me explicaba nada…
No quise forzarlo, pero sobre la manilla de un gran Fender de 65 watts había un papel doblado. Me señaló la esquela con su mano y me pidió que la leyera en voz alta.
La letra era sin dudas la de Diego, le daba, con detalles técnicos que no puedo recordar, todas las instrucciones de lo que quería para la canción que habían hecho durante la tarde. Al leer sentí su dolor, le estaban diciendo que se resignara a hacer solo su parte y nada más.
Desde ese momento Rafael dejó de ser el alma de la fiesta, el creativo, el esperanzado, el que cantaba ideales y que musicalmente era un genio.
Sin embargo, “Tánatos 423” fue su primer número uno a  nivel mundial.

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