lunes, 30 de septiembre de 2013

No te quiero conocer


Y yo como podría llegar a conocerte a tí, que eres un mundo, ni siquiera sé mis propios límites y quieres que sepa donde están los tuyos.
Como voy a conocer tus reacciones o tus pensamientos si cambian cada día como lo hace el río.
No hay tiempo para eso, solo me lleno de tus alegrías, de tus sonrisas y de tus abrazos.
No me pidas que te conozca, pues cuando eso suceda es por que podría preveer tus reacciones ante la vida y los estímulos que te rodean. Cuando te conozca, ¿Qué podría valer la pena? Ya no habría sorpresa, magia ni encanto.
Prefiero no saber de ti más que lo esencial, que te sientes bien y que disfrutamos gastando o invirtiendo el tiempo aquí y allá.
Relájate y ríe, respira profundo y dejemos que corran los segundos y los astros alrededor nuestro se muevan en sus infinitas órbitas. ¿Lo demás, que más da?
Ni tu ni yo somos los mismos de ayer, cada día somos más distintos y más iguales. Teoría y práctica se anulan al reconocernos.
Lo que pides es un imposible, para mi, tan humano y tan sensible. Sensible hasta el cansancio. No quiero que me conozcas tampoco, si algo te pido es que me disfrutes y nada más. Está prohibido pedir que me quieras, o pedirte que me dejes quererte pues son cosas fuera de nuestra volición.
Escribo y tecleo, garabateo en un papel pensamientos desorganizados y sin estructura; para saber como dar forma a un texto se requiere saber quien es tu audiencia y no quiero tener noción de cómo eres tú. Sólo sé que nada sé y que dentro de eso, todo es bello y con textura de algodón. Los colores brillan más y son más fuertes, las marraquetas más crujientes y el aire más puro. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario