lunes, 3 de enero de 2022

Micros antiguas

 

Tropezón, Colón Oriente,
Peñalolén, Catedral,
Los Leones, Tobalaba,
Einstein, Intercomunal.


Andar en micro es muy grato,
entretenida aventura,
el transporte y su espesura
son material de relatos.
Hay que esperar un buen rato
en un paradero ardiente,
atiborrado de gente
que, basada en los colores,
reconoce: Zapadores,
Tropezón, Colón Oriente.
 
Dice: “Pague con sencillo”
un, ya, clásico, cartel;
los denarios, a granel,
va recibiendo un chiquillo.
El chofer su cigarrillo
no lo apaga y es señal
del ambiente liberal,
conocido, acostumbrado,
en las liebres El Dorado,
Peñalolén, Catedral.
 
Aunque no quepa una aguja
alguien se sube a venderlas,
brillan, alternadas, perlas
en la boca del granuja.
Los pasajeros se empujan,
el vaivén nunca se acaba.
Un cantor - guitarra brava,
tos, carraspeo, alarido -
hace suyo el recorrido
Los Leones, Tobalaba.
 
“El Chocolito, el Cremino”,
va voceando un heladero,
con equilibrio certero
ante sismo y torbellino.
Porque el conductor más fino
puede, incluso, frenar mal.
Quien maneja, espiritual,
rezo y oración inspira
cuando se aborda una Lira,
Einstein, Intercomunal.
 
Ordeno la despedida,
llegamos al terminal,
se fueron La Carrascal
y la Renca- La Florida.
La Mapocho está perdida
también Nuevo Amanecer.
Ya no las podremos ver
en nuestros urbanos valles,
matizando nuestras calles
como lo hicieran ayer.
 

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