Las mismas viejas aburridas que se creen tu madre, los mediocres
de siempre, los celebrados comentarios zalameros, la desidia compartida, la irresponsabilidad reinante
ya conocida, la falta de pasión y carisma característica.
En algún momento creí que renunciar a ser parte de esa panoplia
de charlatanes podría haber sido una mala decisión.
No pude estar más equivocado.
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