jueves, 13 de julio de 2017

Así comenzó la historia

Ese día fue, por fin, feliz. 
Llevaba dos meses o quizá un poco más fuera de casa, pues su padre le había echado a la calle al saber que había dejado embarazada a Luz; quien solo tenía dieciséis, había vagado por las calles sin rumbo fijo. Los padres de la niña no le dejaban acercarse y empezó a poner en práctica los pocos, pero geniales talentos que tenía.
Armó o mejor dicho improvisó algunas actuaciones en público con una guitarra prestada. La afinó quien sabe como y la combinó con una armónica (aprendió a tocarla en menos de tres días), puso un banquillo en la plaza y se lanzó con todos los blues que conocía, de un tirón. A veces podía estar casi tres horas tocando sin parar. Se detenía cuando necesitaba ir al baño o cuando ya no sentía las manos producto del frío.
A nadie le importaba su rostro cubierto casi por completo, su abrigo o su aspecto desaliñado y descuidado. No le miraban demasiado, solamente le escuchaban. Llegó un buen día en que ese amigo entrañable necesitó usar su instrumento y se quedó de brazos cruzados por un par de semanas, hasta que una noche se metió al departamento por una de las ventanas y en total oscuridad nos dijo con mucha alegría que su vida cambiaría pronto.
No sabíamos de que hablaba, estábamos discutiendo que podíamos comer con las pocas monedas que nos quedaban y si podríamos aguantar seguir duchándonos con agua helada. No pudimos comprenderle en ese momento.
Habrá pasado medio mes cuando llegó un enorme paquete a su nombre. Fue donde el vecino para pedirle enchufar un alargador, a toda prisa y jadeando comenzó a romper el empaque. Un Fender Champion y una Gibson Les Paul Goldtop. Afinó a la velocidad del rayo y cantó The Thrill Is Gone del gran B.B. 
- Seremos la mejor banda del mundo - Sentenció al acabar su interpretación. Así comenzó la historia.

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