lunes, 15 de junio de 2015

Un amigo menos en la tierra, un aliado más en los cielos...

Tantas cosas en común, tantas vivencias en conjunto…
No me atreví a mirar tu cuerpo en esa prisión en la que estará eternamente, quizá. Si me atreví a pensar en que tu alma finalmente está libre. Daniel, amigo mío, el cielo es el límite; como te gustaba decirnos cuando nos veías desanimados.
Algún día nos volveremos a ver, sin duda. Algún día tomaremos las guitarras de nuevo y vamos a cantar esas canciones del recuerdo que mucho te gustaban, haremos versiones ridículas de ellas con voces extrañas y atemporales.
Espero que tu viaje haya sido calmo. Un simbólico abrazo, cuídate y cuídanos mucho.

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