Y de a poco calló su voz.
Cuando sintió que ya no era parte de aquello que él había
creado. Cuando le pareció que querían alejarle, tomó la decisión de
distanciarse aún más. No escuchamos a sus gritos de ayuda, pues fueron
silenciosos. Nadie se dio cuenta de que cada día que pasaba decía menos,
participaba menos. No nos preocupó, no le dimos importancia.
Algunos de los muchachos dicen que todo esto pasó porque
éramos jóvenes, en realidad pasó porque que éramos unos idiotas insensibles…
Nada costaba darle un abrazo y decirle un par de cosas alentadoras. Perdimos,
todo el mundo perdió a un gran talento, que lo único que habría necesitado era
un poco más de amor. Pero no quisimos oírlo, en su lugar dijimos que era un
adicto depresivo, un desagradable y difícil de tratar.
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