A ella le encantaba leer revistas
de datos curiosos, interesantes, o meramente inútiles. Tal vez en razón de que
se consideraba a sí misma una persona con pocas habilidades sociales y escasa
capacidad de comenzar una conversación.
Usualmente cuando quería
conversar cosas importantes con él y a modo de probar si estaba de humor,
lanzaba algún azaroso comentario que había retenido en sus incursiones en
dichos almanaques.
- Mi amor, ¿Sabías que la primera
patente inglesa de una máquina de escribir se remonta a 1714?
- No lo sabía, ¿Crees que la
hayan escrito a máquina o en manuscrito? – Contestó él con humor.
- De seguro no fue en Word. –
Agregó ella.
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