Viendo allí sus fotos, su cuerpo inerte y sus dos guitarras
silentes, me pregunté: ¿Efectivamente se fue para siempre? Una sensación jamás
experimentada recorrió cada centímetro de mi humanidad, se estaban empezando a
ir los maestros.
Algún día muchachos con experiencia en el canto, como era yo
en ese entonces, vendrían a cantarme mi despedida.
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