Conocía bastante bien las costumbres de ese país, tan
estructurado, productivo y eficaz. Podía jactarse de hablar el idioma tan bien
como un nativo, aún con la dificultad que presentaba su dominio para el resto
de mundo.
Estaba bastante al tanto de las modas y del carácter de sus
habitantes. Sin embargo, cada vez que se enfrentaba a un semáforo se preguntaba
lo mismo: ¿Por qué el Ampelmännchen necesitaba un sombrero para cruzar la
calle?
No hay comentarios:
Publicar un comentario