La hormiga y la cigarra se encontraron, después de mucho tiempo.
- Hola, cigarra.
- Hola, hormiga.
- ¿Cómo va?
- Lo de siempre, cantando todo el invierno para bailar en verano.
Mientras la cigarra hacía patente su impresión, la hormiga tomó asiento
en una hoja cercana de la planta en la que la cigarra descansaba.
- Era se suponerse, yo en cambio me la paso trabajando. – Señaló la
hormiga, encendiendo un cigarro (no emparentado con la cigarra) y ofreciendo
otro a su compañera.
- Todos los años igual… ¿Alguna novedad? – Preguntó la cigarra,
mientras lanzaba la primera bocanada de humo al aire.
- Para nada, se supone que ahora tengo que enrostrarte tu entrega al
principio del placer. Tengo que sacar a colación que fuiste descuidada con tus
labores, no sé a quien se le ocurrió que me gustaba pasármela trabajando.-
Contestó la hormiga, haciendo ejercicios de estiramiento muscular.
- Claro, la misma falta de compasión y de piedad. No somos modelos a
seguir, tú con tu soberbia y rigurosidad, yo con mis carencias de disciplina y
afecto desde épocas tempranas de mi infancia.
- Estamos de acuerdo. – Espetó la hormiga mirando al horizonte con la
vista perdida.
- ¿Qué enseñanza puede sacar un niño de una fábula donde no se le
ofrecen modelos válidos a seguir? Quisiera hablar con quien escribió el guión.
- Imposible, murió hace mucho tiempo. Sufro ataques de ira y soy
terriblemente despótica, lo sabes. Tampoco me agrada mi rol. –Señaló la hormiga
con frustración. –
- Mi terapeuta me ha dicho que los niños necesitan con quien
identificarse para sublimar sus instintos destructivos, eso que los
profesionales de la mente llaman Tánatos. ¿Has leído de eso, hormiga? –
- Para nada, cigarra. No tengo tiempo de leer, acuérdate que me lo paso
trabajando y además soy ciega, tarada. – Replicó con furia la hormiga.
- Te explico, los niños pequeños requieren de identificarse con los
personajes de los cuentos, debe haber un héroe y debe haber un villano.
Generalmente los niños se identifican con el primero y aprender cosas que les
serán útiles cuando adultos. Eso de ser útil a la sociedad, ya sabes. –
Explicaba la cigarra con aire catedrático.
- Entiendo, - señaló la hormiga, sacando una petaca de whisky de quien
sabe donde – entiendo o creo entender. ¿Pero de nosotros quién es el héroe?
- Ninguna, mi asalariada colega, ninguna de las dos. Somos parte de una
fábula bastante ortodoxa y moralista, pero que no ofrece instancias de salida a
los lectores – Contestó la cigarra.
- Una lástima mi perezosa comensal.
- ¿Se podrá hacer algo, amiga hormiga? –
- Esperar a que esta fábula caiga en el olvido y, ojalá, nos hagan
parte de un cuento de hadas.
- Cuando pequeña me leyeron pocos cuentos de hadas, ese debe ser el
problema.
FIN.
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