Tenía que matricularse y hacer todos los trámites para una carrera, en
ese momento nadie lo sabía, que no le llevaría a sitio alguno. Un par de
semestres después la odiaría con toda su alma, otro par de semestres más y a mí
también.
En el pasto nos sentamos a ver que esperanza había de que sorteara la
burocracia.
Acaricié su pelo y me encontré con un mundo de ácaros succionándole la
sangre.
Me pregunté si su cabeza tendría solamente parásitos por el lado de
afuera.
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