El cuiquito le hablaba de suerte, que se había salvado del tratamiento conducto, que la extracción era evitable, que no era necesario usar pernos especiales, que podría recuperar la pieza por completo, que con el debido tratamiento de alta tecnología nadie notaría diferencia, que menos mal acudió a tiempo…
Maldito cuico con su cotona blanca de puto, sonrisa falsa y peinado de figura de Playmobil.
Hablando de suerte sin haber preguntado, sin haber indagado lo más mínimo.
Si a ese pollerudo le metieran un alicate en la boca, seguro se desmayaría de inmediato y se mearía entero.
Suerte. Suerte...
No quería que le hablaran de suerte.
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