Por fin pudo reunirlas a todas.
Cuatro mujeres en su cuarto…
Cuatro mujeres en su cuarto…
Ni en sus mejores pronósticos, ni
en sus sueños más ambiciosos había vaticinado que podría conseguir dicho logro.
Le costaba creerlo. Se tomó unos
cuantos minutos para pellizcarse él mismo en el baño contiguo a su habitación.
El espejo le devolvió una sonrisa
de esas de antología, como de comercial de dentífrico. Reprimió las carcajadas,
balbuceó algo y entró nuevamente a su dormitorio.
El harén continuaba allí, sin desviar
la mirada. Le afrontaban con gestos coquetamente sensuales.
No sabía por donde empezar…
¿La rubia?
¿Las mellizas colorinas?
¿La morena de carnes generosas?
Todas le parecían igual de bellas.
¿La rubia?
¿Las mellizas colorinas?
¿La morena de carnes generosas?
Todas le parecían igual de bellas.
Lo dejó a la suerte. Apuntó sin
mirar y comenzó por esa.
Por fin había completado la serie
de cuadros femeninos de Malbesse, eso era muchísimo más importante que decidir cual
colgaría primero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario