Yo pensaba que estaba muerta. Pero está aquí y me sonríe, o creo que me
sonríe a mí.
Es preciosa, eso no se lo quita nadie. Me encantaban sus ojos, me
encantaban antes de que tuvieran esa opacidad cansada del desgaste y esa
falsedad de vidrio empañado. Ahora que los miro son como de muñeca barata.
Me acerco un poco y me doy cuenta de que el cabello dorado es una
peluca y que además tiene olor a naftalina. Las manos están en evidente estado
de descomposición y el estómago sigue teniendo gusanillos que bailan, se asoman
y se van.
Solo por curiosidad la toco, tal vez se sienta como cualquier otro ser
humano. Pongo tímidamente un dedo en la superficie, lanza una frase al aire (sé
que es mentira) y antes de cerrar la última vocal se ha deshecho en una arena
negruzca y gruesa.
El viento no se la lleva, más bien juega con ella en pequeños remolinos. Ahora que la observo bien siempre fue arena, solo arena y nada más.
El viento no se la lleva, más bien juega con ella en pequeños remolinos. Ahora que la observo bien siempre fue arena, solo arena y nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario