Encendí la radio, cuidando de no dejarla a mucho volumen ya que el
pequeño Vicho se podría despertar. Estaba muy cansada, llevaba conduciendo unas
seis o siete horas consecutivas. Ya estaba amaneciendo cuando el auto comenzó a
temblar.
Recé por mi familia y por mí.
De inmediato detuve el motor, pensando en algún desperfecto, pero el
remezón se hizo más fuerte aún. Un extraño ruido, como el paso de un avión por
el cielo, se colaba en el bosque y se amplificaba en la carretera. A diferencia
de sonidos a los que uno está más acostumbrada, el zumbido no se detuvo. Se
podía oír con más fuerza y agudeza cada vez. Volví a rezar.
Temí que estuviéramos siendo bombardeados o algo así, esas cosas se ven
en la tele y a veces asustan.
No quise salir del auto, pasara lo que pasara me sentía más segura allí
dentro. Tomé a Vicho en brazos. Ni siquiera con ese ruido ensordecedor
despertó.
De pronto retazos de metal cayeron alrededor nuestro. Algunos bastante
quemados, otros no tanto. Afortunadamente ninguno dio directamente en el auto.
Recé, con mucho miedo, recé por mi familia y por mí.
El bosque quedó casi en silencio, salvo por los chillidos de algunos
pájaros que volaban espantados.
Esperé a que saliera el sol completamente para explorar la zona.
Di un par de pasos fuera del auto, siempre con Vicho a la vista, y
encontré un casco. Un enorme casco, muy distinto a los de automovilismo. Con
mucha curiosidad lo tomé en mis manos. Jamás había visto algo así. Pesado,
lleno de cables de todo tipo, su superficie chamuscada. Todavía estaba caliente.
Al girarlo encontré el logo de Asociación Aeroespacial Internacional.
Volví al auto y sintonicé la emisora de los noticiarios.
El último transbordador enviado a orbitar la luna había explotado en su
reinserción a la atmósfera. Toda la tripulación había muerto. El Presidente
pedía que guardáramos la calma y que no nos alarmásemos, además, destacaba lo
heroico de estas personas que arriesgaron su vida en pos de la ciencia por el
bien de todos y cada uno de los ciudadanos de nuestro planeta.
Recé, con mucha pena, recé por todos ellos y sus familias.
Recé, con mucha pena, recé por todos ellos y sus familias.
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