Saco las llaves y trato de apuntarle a la chapa del 415, las llaves
están pero la chapa no existe. Busco la manera de entrar y cuando dejo de
forcejear con la puerta, esta se abre de par en par. Un olor espeso me revela
que dentro del lugar hay muerte. Cubro mi cara con el fin de soportar tal
hedor. Las luces están encendidas en todos los cuartos.
En el suelo dos cuerpos sentados mirando hacia la entrada, situado a la
izquierda uno femenino a la derecha uno masculino.
El cuadro es aterrador. El hombre tiene una venda en los ojos, la
lengua fue roída por algún animal. La cabeza presenta agujeros como si hubiese
sido taladrada y las manos están podridas desde antes de su muerte;
seguramente, pienso, no era alguien acostumbrado a hacer cosas por sí mismo. Los
pies descalzos y manchados con un barro musgoso, como si hubiesen estado
sumergidos en el agua marina por siglos. En una de las piernas hay un grillete
inmenso que para mí es imposible de mover. Una de las manos está esposada al
radiador del agua caliente del sistema central de calefacción.
A su lado la colorina mujer, con un vestido azul marino con puntos
blancos. Los dientes podridos. El estómago repleto de pequeños gusanos blancos
que van y vienen, sacan sus cabezas, se asoman y vuelven a la tarea de devorar
ese corrompido cuerpo. Los ojos no están, pero sospecho que estaba ciega
previamente a que su vida acabara. Sus manos regordetas están infladas y en su
piel se evidencian marcas de golpes recibidos con frecuencia, marcas que calzan
a la perfección con el tamaño de las manos del hombre.
No sé de donde, pero aparecen los niños. En realidad adultos como yo y
conversan entre ellos como si no me vieran.
- Mamá lo eligió mal y mira como terminó. – Dice ella
- Pobre de mamá, tan viva y tan llena de energía y sufrir así. –Dice
él.
- Y con tanta gente que de verdad la quería. - Dicen ambos.
A ella la conocí, bastante más que a él. Me merece respeto y la tapo
con el pequeño pañuelo que tenía sobre el rostro para protegerme. Súbitamente
crecey logra cubrir su cuerpo entero. Me llama la atención el porque de
quedarse allí, el tipo no podía huir porque alguien se vengó de la traición de
la fue víctima; pero ella podría haber elegido ponerse de pie y salir de allí.
Llegué tarde, no pude hacer nada por ella estando tan cerca y a pesar
de haberla querido y quererla tanto. Suelto un par de lágrimas, pero mi vida
sigue. No volveré al 415.
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