Yo digo de que no hay cielo,
Digo que Dios no perdona,
Digo de que no hay infierno
Ni tres divinas personas.
El hombre desde que nace
Busca, solo, su destino;
Se desvía del camino
Con los tristes actos que hace.
Aunque el mundo se acabase
Nunca habrá de emprender vuelo.
No hay nubes de terciopelo
Para recibir a su alma,
Es por eso que con calma
Yo digo
de que no hay cielo.
Trata de usar la razón,
Mas es un triste ignorante;
Pues las cosas importantes
Saca de su corazón.
La bondad es ilusión
Que la maldad desentona.
Con una avidez glotona
A la salvación se aferra;
La crueldad que el hombre encierra,
Digo que
Dios no perdona.
En el día de su partida
Llora y ruega por perdón,
En la mortal condición
De su mal obrar se olvida.
Las malicias de su vida
No pagará en el averno.
Será pues, enigma eterno
Si más bien o más mal hizo,
Y si es que no hay paraíso
Digo de
que no hay infierno.
De simbolismos se llena
Y de raras invenciones,
Por calmar las sensaciones
que impiden la vida plena.
De imágenes se envenena
Y una rara fe pregona.
En estatuas la corona
Les pone de redentores,
No hay perdón, digo señores,
Ni hay
tres divinas personas.
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