
El golpeteó cesó y la pared no le comunicó nada más que silencio
sepulcral. Volvió a la silla y se puso, robótica e inconscientemente a repasar
un verso de antigua ley pasada.
La cuarta décima tenía la rima rara, a pesar de haberlo cantado en
varias ocasiones y lugares distintos solo hoy se daba cuenta de la rara
asonancia que tenía al final.
Pasos en la escalera, ruido de cadenas. La puerta abierta y un poco se
luz natural se coló en el lugar.
Un anciano de larga barba, menudo y casi esquelético y que transmitía
un estado de paz completo, ingresó al pequeño cuarto, en seguida dos tipos de
aspecto fortachón y más serios también lo hicieron.
- Finalmente nos encontramos Rafael, perdona que te hayamos tenido un
tiempo aquí, pero es algo que hacemos para cerciorarnos de tu actitud ante
nosotros. Algunos gritan por horas, golpean la puerta o hacen alguna locura. Te
has portado bastante bien; tengo la firme convicción de que nos conoces, ¿No es
así? Como primer punto te digo, estás en total libertad de irte si así lo
deseas.
- Prefiero quedarme, tengo muchas dudas que espero podamos conversar
pronto.
- Subamos, arriba estaremos más cómodos. ¿Tienes tiempo para pasar aquí?
- No creo que exista problema en que me quede, solamente debo avisar a
mi novia cuando sea necesario. Podría preocuparse.
- No hay problema. El entrenamiento comenzará pronto. Tienes toda la
tarde para hacer lo que tengas pendiente, haz una lista de aquellas cosas en
las que te podamos ayudar y encargaré a gente de confianza las haga por ti.
- Gracias.
- A ti. Hacía tiempo que te necesitábamos aquí. Es un privilegio
contarte como uno de nosotros. Comenzaremos la iniciación a las 21:00, sé
puntual, por favor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario