
Ya vestido pensaba en que novedades podía tener el acontecer noticioso,
y lo mucho que le gustaba leer la sección deportiva, el artes y letras y como
colofón, la tranquila y sosegada tira cómica.
Comenzaron su caminata puntualmente a las nueve de la mañana como de
costumbre. Ya sabía que el tramo duraba quince minutos exactos a paso calmado.
Los feriantes ya se estaban ubicando en sus lugares, el aroma de la fruta le
dio un fresco y agradable choque. Cerró lo ojos unos segundos y disfrutó del
regalo.
Aparte de eso las calles estaban casi vacías, su perro aceleraba el
paso para recorrer mayor distancia e ir marcando el territorio.
El kiosko le esperaba en la esquina con su hermoso azul rey, el
dependiente estaba colocando algunas cosas en la parte de afuera una de las
vitrinas. Luego de hacerlo se alejó un poco para observar que la distribución
de los suplementos fuera la correcta y permitiera a su público apreciar la
totalidad de ellos. Por eso le gustaba tanto a Isaías ir allí, era por lejos,
el kiosko más ordenado y bien presentado que existía en toda la villa.
De vuelta a casa el pan recién horneado, el aroma de las empanadas,
fragancias de las plantas recién regadas, la tierra mojada. Exquisitos deleites
para su espíritu.
Dejó a su mascota en el patio, se sentó en su cómodo y caliente bergere
negro. Encendió la lámpara pequeña que había en su escritorio, procedió a
separar los cuerpos del periódico y los ordenó de acuerdo al interés que le
suscitaban, desde el que menos placer le producía hasta al que más disfrute le
otorgaba.
Encontró lo típico: las alzas de gasolina, del desempleo, de la
polución atmosférica, de las manifestaciones; la baja de la popularidad de las
autoridades políticas, de los niveles de felicidad, de la seguridad a nivel
país, etc. La sección deportiva hablaba de las novedades respecto al cierre de
los campeonatos de fútbol en las ligas más importantes del país. Luego se quedó
impactado conlas bellezas de un museo egipcio que se mostraba con lujo de
detalles, se detuvó en esa sección por un lapso considerable para retener la
información que el facsímil le proveía.
Para terminar buscó la historieta, pero no logró dar con ella en el
cuerpo en que debía estar. Un poco confuso empezó a revisar por completo el
informativo escrito; página por página buscó con gran prolijidad y paciencia,
como enfrentaba cada tarea que se le ponía por delante.
Por fin, y habiendo invertido muchos minutos encontró en el diario un
agujero. Parecía que la historieta hubiera sio recortada del periódico
intencionalmente. Frunció el ceño ante el misterioso suceso. Por la cavidad que
había sido allí creada miró hacia la página siguiente y vio parte del
obituario. No era algo que leyera, nunca le había interesado en realidad, pero
ese día algo en su interior le hizo detenerse y mirar nombre a nombre. Puso
gran atención a las condolencias, a las dedicatorias. El último recuadro le conmovió ya que estaba
dirigido a una persona con su mismo nombre y apellidos. Superado el breve
impacto dirigió su vista a las fechas, habían nacido el mismo día que él; pero
había un error: la fecha de muerte no correspondía al día Domingo, sino que a
la del Lunes. ¿El diario era del día de mañana? Miró el calendario en la pared.
Efectivamente, estaba adelantado un día. Súbitamente sintió un dolor agudo en
el pecho y le costó respirar. Cayó con un estrépito increíble al suelo con una
mueca de terror horrible. Sus ojos fijos en el obituario del diario que yacía
junto a él. La vida se le estaba yendo poco a poco. Reflexionó en sus últimos
segundos antes de morir que el diario no siempre miente.
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