Amor internacional

A veces se atrapaba a sí mismo pensando, riendo, agradeciendo a Dios.
¿Cuántas otras personas en el mundo habrían concretado un amor así de intenso, internacional, increíble como aquel del que ahora era protagonista?

Espectáculo decepcionante

Pensó que, efectivamente, se trataba de un premio exclusivo y se lo tomó muy en serio. Se duchó con parsimonia, se vistió especialmente para la ocasión, se perfumó con esa agua de colonia exclusiva que le habían regalado sus parientes radicados en Europa. Llegó, como siempre, con exagerada puntualidad. Eligió una mesa próxima al escenario, pero no una de las más vistosas o centrales, prefirió una de las del costado, menos expuesta, aunque con excelente vista a la tarima. Estaba excitado, ansioso, quería ver que se levantara el telón y dejarse sorprender. Para cuando empezó el espectáculo, sus decepciones habían sido varias, coronadas por la salida de los carcomidos artistas que, funestamente, apenas podían mantenerse en pie con la compostura que el público merecía.

Le hablaba de suerte

 

El cuiquito le hablaba de suerte, que se había salvado del tratamiento conducto, que la extracción era evitable, que no era necesario usar pernos especiales, que podría recuperar la pieza por completo, que con el debido tratamiento de alta tecnología nadie notaría diferencia, que menos mal acudió a tiempo…

Maldito cuico con su cotona blanca de puto, sonrisa falsa y peinado de figura de Playmobil.

Hablando de suerte sin haber preguntado, sin haber indagado lo más mínimo.

Si a ese pollerudo le metieran un alicate en la boca, seguro se desmayaría de inmediato y se mearía entero.

Suerte. Suerte...

No quería que le hablaran de suerte.