
- ¿Cuál es tu primer recuerdo? –
Debí de esforzarme un poco, no es que no supiera cual era en
realidad sino que no quería extenderme en demasía en detalles irrelevantes.
- Fue en casa de mis tatas, yo tenía poco menos de tres años y estaba
en el patio delantero jugando con tierra en un macetero. Básicamente construía
carreteras y puentes en el patio, de repente comía un poco.
- ¿Con quién más estabas?
- Con mi mamá, con una tía y mi abuela. Era de mañana y estaba helado, traía puesto un chaleco verde con unos adornos negros que mi tía Nelly
me había tejido; o quizá a mi hermano mayor, de repente heredaba ropa.
Ella me miraba con esos enormes ojos verdes-pardos, que cambiaban de
color de acuerdo a como estuviera el clima. Hoy se veían más felinos que nunca.
Continuaba mi relato y ella atizaba su entusiasmo.
- Entonces llegó mi papá con mi tío, golpearon la puerta y para mí era
imposible abrir la chapa. Grité hacia la cocina donde estaban todas las
mujeres. Mi tía al verme las manos tan sucias me retó bien retado, pero mi papá fue más
rápido y me llevó afuera a ver la nueva joyita, ¿Qué crees?
- Algo grande, si estaba afuera o era algo enorme o era que te querían
sorprender.
- Había comprado un auto. Un Fiat 1500, me llamó mucho la atención
cuando lo ví, era como sacado de una película antigua o de los monitos
animados. Era blanco completo y el interior negro. Muy elegante, muy sobrio.
Pero me dio la impresión de ser un auto de juguete, pero grande.
- ¿Cómo reaccionaste?
- En esos tiempos todo lo que tuviera ruedas me impresionaba, y bueno,
me subieron altiro a dar una vuelta. Mi papá tocaba la bocina como si se estuviera chalando y yo me reía, reía mucho.
- ¿Cuándo recuerdas, te ves a ti mismo como parte de la foto?
- No, lo veo más como una película en primera persona.
- Eso es bueno, dicen que la gente que se ve en sus propios recuerdos
es por un lado menos confiable y además se ha comprobado cierta correlación con
un coeficiente intelectual menor.
- ¿O sea que soy más inteligente que los que se ven a sí mismos?
- Sí, y además serías un mejor testigo… Tus recuerdos serían más
confiables.
- A veces se me olvida hasta lo que desayuné....
- ¡Lindo! a propósito cariño, ¿Qué quieres que haga de almuerzo?
- Lo que sea tu buena voluntad, yo te ayudo en lo que sea necesario.
- Bien, algo ya tengo en mente. Espero que este momento no se nos borre
a ninguno de los dos de la memoria.
- Te aseguro que eso jamás va a pasar.