viernes, 2 de noviembre de 2012

De profesiones antiguas




De nuevo viene este cabro, no escarmienta, ¡no aprende! Todas las noches pasa por acá a la misma hora, los mismos discursos el mismo café y nada, nada de dinero. No suelta ni un miserable, sucio peso.
Que me va a sacar de acá dice, como si fuera tan fácil hacerlo. Que me va a tratar como una mujer decente merece, que me va a dar un hogar y que no tendré más necesidades. Para él es muy simple decirlo, hijo de un abogado exitoso que sale en la tele a cada rato. 

Uno igual que todos, muy político será, pero también ha caído en las tentaciones de la carne, como todo hombre. Lo que Miguel no sabe es que su padre si accedió, me dio una buena propina, nada menos, por una buena atención también. Una muy de la calle será, pero el trabajo hay que hacerlo bien, hay que comer algo de vez en cuando y cada vez alcanza para menos. Además de que el Chito nos cobra harto, casi la mitad de lo ganado por su protección y por tener el derecho a trabajar en su territorio, tenía que ser hombre el muy desgraciado.
Acá no hay ley, los pacos ni piensan en entrar pa' acá, salvo que quieran descarriarse con alguna de nosotras. Al fin y al cabo también son hombres. Por eso mejor hacerse de alguien que a uno la proteja, pero el cuento sale harto re caro.

Eso es lo que me intriga del Miguel, ¿Será hombre o no?, ¿Se creerá un super héroe o algo así?, ¿Qué acaso no tiene tentaciones? A veces pienso que es un ángel o algo parecido, tan re lindo que es el cabro y venir a fijarse en una como yo. No soy de las que su papacito quisiera para él. Si hasta casorio me ha prometido, que me decida, que si me voy con él voy a estar segura.
Me gustaría estar segura, aunque fuera de algo, de cualquier cosa. De lo único que casi segura estoy es que el gil del Miguel está hasta las patitas por este cuerpecito, y eso que ni siquiera ha probado sus virtudes ni ha tenido el placer de ver sus generosidades. Nunca ha gozado conmigo. Sigo sin entender por que no ha querido, plata no le falta, conozco buenos lugares, pero el déle con el cafecito y nada más. Ni unos besitos me ha aceptado, que si estamos acá en este barrio le incomoda y que no quiere amor por dinero.
Hasta con unas flores me llegó el otro día, ¿Pa' qué puedo querer yo flores? Que el amor y otros cuentos, como si el amor existiera. Lo que le pasa al Miguel es que está caliente y no quiere aceptarlo, en su cabecita quizás que cosas se ha imaginado conmigo; lo que pasa es que no me las quiere decir y no las quiere reconocer.
Claro pueh!, solo eso explica que lleve viniendo pa' acá más de dos años. A veces se me desaparece, pero nunca por más de una semana, siempre vuelve pa' intentar convencerme. Este cabro chico 'tá lo que se llama loco, nada más. De primera pensé que era un rati, que era un paco, o algo. No le tenía confianza, aunque ahora tampoco. Al menos ahora puedo hablar con él, no sé si hablar o conversar como la gente dice. Más que nada lo reto, le digo que no vuelva que no me voy a ir de aquí, que acá estoy bien y él déle con lo mismo del amor.

Ahí es donde me viene la maldad siempre al pecho y lo trato re mal, pendejo mal criado no más, piensa que una está pa' los caprichos de la guagua. A veces me hago la interesante y como que lo escucho, cuando me sale con sus cuentos de matrimonio feliz hasta me hago la entusiasmada pa' que siga hablando, pa' que se raje con unos copetes, pero nada, nada.
Matrimonio el perla, ¿Y pa' qué? Lo que buscan los hombres es desenfundarla, ponerla y ya. Un buen polvo y se van felices pa' su casa, claro, ahí se acuerdan de la señora esposa, después que se han deshecho en cachas.
Pero este no, este nada! Tan re sano que es este cabro, da hasta pena mandarlo a la cresta. Es algo que hay que hacer si po' si no el Chito se enoja si una se pone a perder el tiempo conversando y sacando la vuelta.

El Miguel no me ha visto parece, o si me ha visto está pensando algo, no se acerca. Cosa rara, saca un cigarro. Yo lo conozco de hace tiempo y nunca lo había visto fumar, la Raca le mete conversa, pero no la toma en cuenta. Este cabro está nervioso, ta' pálido como si la misma calaca lo hubiera tocado, como si estuviera arrancando de ella. ¿Qué le habrá pasado?
Siempre la curiosidad me pega y me pega bien fuerte. Voy a hacerme la tonta. Pero si no se acerca luego voy a ir pa' allá, eso por que la Raca no es de fiar y este cabro es bien pavo.

Al fin, se decidió a cruzar la calle. Viene pa' acá, me voy a hacer la desentendida y me voy a meter pa'l callejón, así lo obligo a seguirme y cacho bien en que pará rara anda metido, ya lo decía yo po': Nadie es de los trigos limpios, todos tienen su yaya.
Ahí viene po', chuta que es elegante este cabro!!, si da gusto mirarlo y tan mal que lo he tratado por cabeza dura, de repente por ahí lo empiezo a tratar mejor, de repente por ahí le creo y nos vamos juntos a vivir, lejos del Chito, de la Raca, de todas las putas estas y toda esta mierda.

Mejor le digo que si altiro, ¿Qué otra cosa más estará esperando? Nada más pues, si a eso viene, eso es lo que quiere escuchar.

Hacáa tiempo que no se escuchaba un ruido de ese tipo por aquí, hasta parecía que estábamos en paz. Una lástima que se haya roto algo que estaba empezando a ser tradición. Qué pena que me haya arruinado justo el lindo momento en que iba a irme de esta porquería. Creo que ya no tengo ganas de aceptar irme con el Miguel, parece que no voy a poder darle mis disculpas y empezar a tratarlo como se merece.
Además me acabo de acordar de mi vida, de toda mi vida, la que he pasado siempre aquí. La acabo de ver así como una película, claro, la película que dicen que ven los que van a morir antes de hacerlo. Y eso parece que voy a hacer yo, con una bala en la cabeza es lo más probable.

Miguel hombre, por las rechuchas, guarda tu arma antes que llegue el Chito.
Igual te doy las gracias, al fin y al cabo me diste la razón dos veces. Una en que nunca iba a salir de este barrio y dos, me mostraste que después de todo tú también eres hombre.

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