viernes, 25 de octubre de 2024

Condena a muerte

 

Fue una especie de broma de los guardias a los reos. No recuerdo como empezó, pero estoy seguro de que fue en el bloque C. Era el lugar donde reuníamos a los “especiales”, ya sabe Ud., los retrasados, los tullidos, los con deformidades físicas o diversos signos de idiotez.

Uno de ellos escribió su carta a Papá Noel, carta que tuve ocasión de leer y, honestamente, me pareció excesivamente ingenua y tierna. Leyéndola y viendo los dibujos que la acompañaban estoy seguro que ni siquiera Ud. se habría dado cuenta de que la había escrito un asesino serial.

Los guardias se burlaron de los reclusos en cada ocasión que pudieron, les convencían de hacer listas de deseos, se disfrazaron de Santa, de duendes y les exigían declarar a voz en cuello lo que querían recibir de regalo.

Uno de ellos pidió un balón de fútbol. Nadie supo de donde apareció uno, pero la cosa es que el deporte se hizo presente en los patios, los pasillos, y, más trascendente, en el espíritu de los criminales.

Nadie apostaría un centavo por ese hatillo de pelafustanes. En realidad mirarlos era un espectáculo horripilante, además, no sabían correr, estar de pie correctamente o siquiera respirar.

El entrenador era otro caso clínico, lo mismo que el cuerpo técnico.

Hicieron colectas, consiguieron ayuda de los periódicos, fueron entrevistados en las radios, aparecieron en televisión y se transformaron en un fenómeno. Fenómeno más allá de lo mediático, fueron campeones de la liga penitenciaria, de la tercera división, jugaron  con (y derrotaron) a profesionales.

Todos esos malditos estaban condenados a muerte. Cianuro, silla eléctrica, ahorcamiento, gas letal, en fin, cada uno tenía una cuenta regresiva escrita en la frente. Pero el fútbol en este país es un negocio, todos esos desgraciados lograron, junto a tinterillos que se abarrotaron de dinero; ganar juicios, presentar apelaciones y el indulto presidencial.

¿Puede Ud. decirme que el deporte no es positivo?

 

lunes, 7 de octubre de 2024

Barokovia

 

Barokovia, según los especialistas de las ciencias sociales y la Historia, se constituye, principalmente, por pobladores carentes del más mínimo sentido común, bastante proclives a ser embaucados con eufemismos y estrategias comunicacionales burdas. Es un lugar que los lingüistas y filólogos han escogido para su experimentación y  deleite, consolidando su mala fama de ingenuos, incapaces de cuestionar la información que reciben, así como la veracidad de hechos primordiales en su proceso de independización.